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¿Cómo se desarrolla la visión en los niños?

La visión de los niños es inmadura en el momento del nacimiento. Se desarrolla durante los primeros años de vida. Para explicar brevemente el desarrollo de la visión, primero hay que imaginarse que en los bebés pequeños, la visión es muy borrosa. Se calcula que, aproximadamente, es el 5 % de la visión del adulto.

El bebé no percibe los colores ni los contrastes y consigue centrar su atención sobre todo en el centro de la escena visual, pero no percibe bien la periferia. Además, los dos ojos son independientes el uno del otro. Por eso, un bebé pequeño puede presentar estrabismo y bizquear ocasionalmente, un poco hacia el interior, un poco verticalmente, hacia el exterior y, sobre todo, cuando fantasea.

Entre los 3 meses y un año, se desarrolla la colaboración entre los dos ojos y permite al niño, de manera progresiva, apreciar la profundidad y ver en 3D. Con un año, se calcula que la visión corresponde al 30 % de la visión adulta, aproximadamente. A esa edad, el niño desarrolla también la coordinación entre la mirada y los gestos. Empieza a poder dirigir con más facilidad la mano hacia el objeto que quiere coger.

El desarrollo continúa. Con cuatro años, se calcula que el ojo, y en concreto la película que recubre el fondo del ojo y que se conoce como retina, sobre la que se forman las imágenes y que permite enviarlas hacia el cerebro, está madura morfológicamente. Es decir, que el aparato que permite percibir una escena visual está suficientemente maduro. Dicho de manera sencilla, no vemos solo porque tengamos un ojo, sino sobre todo, porque el ojo envía información al cerebro, que la analiza y nos permite interpretar lo que se ve.

A los cuatro años, la maduración visual del cerebro sigue sin ser completa, y debe continuar todavía para, a los siete años, permitir obtener prácticamente la visión del adulto en cuanto a diferenciación de los pequeños detalles. Sin embargo, el desarrollo visual sigue sin estar terminado a esa edad. Continuará aún durante varios años, para ser capaz de analizar contrastes y desarrollar la capacidad de exploración de la escena visual, lo que se conoce como el campo de visión.

Un aspecto muy importante es que, de cierta manera, a lo largo de estos años de desarrollo de la visión, ambos ojos compiten entre sí. Esto significa que si un ojo envía una imagen perfectamente nítida al cerebro y el otro tiene una imagen mucho más borrosa, por ejemplo porque necesita gafas y no se han puesto, el cerebro, que es perezoso, se limita a analizar las imágenes del ojo bueno y no aprenderá a ver las imágenes con el ojo más débil. Es lo que se conoce como ambliopía, y las revisiones del pediatra o el oftalmólogo ayudarán a detectarla.

Si en los primeros años de vida se detecta un problema de visión asimétrica, se podrá obligar al cerebro a utilizar las imágenes del ojo menos bueno después de darles definición gracias a las gafas, si fueran necesarias. Cuanto antes se intervenga con medidas eficaces, más armonioso será el desarrollo de la visión. Si estos problemas pasan desapercibidos, o no se detectan, al llegar a la edad adulta puede haber una diferencia de visión importante, que no será posible corregir.

El desarrollo de la visión se hace durante los primeros años de vida y los problemas a este respecto deben detectarse cuanto antes, para poder tratarlos lo antes posible y conseguir así un desarrollo visual lo más armonioso posible.