Rosácea ocular
¿Qué es la rosácea ocular del niño?
La inflamación de los párpados (blefaritis) es una enfermedad común que se encuentra a cualquier edad. Afecta principalmente al borde del párpado, desde la raíz de las pestañas o en su cara posterior, hasta las glándulas de Meibomio (son las glándulas que producen una sustancia aceitosa que evita que las lágrimas se evaporen demasiado rápido del ojo y permiten lubricarlo). Ambas manifestaciones, si se cronifican, pueden provocar una afectación de la córnea y de la conjuntiva por contacto directo (hablamos entonces de blefaroqueratoconjuntivitis, o BQC), así como una afectación cutánea del rostro (rosácea, acné, etc.).
¿Cuáles son los signos de la inflamación de los párpados?
Los síntomas típicos son el deslumbramiento intenso, molestias o dolor ocular, enrojecimiento de los ojos, picor, lagrimeo, sequedad ocular y visión borrosa. Los signos clínicos que debemos buscar son los siguientes: inflamación y enrojecimiento del borde de los párpados, presencia de secreciones o quistes a nivel de los párpados, enrojecimiento e irregularidades de la conjuntiva, sequedad y pérdida de transparencia de la córnea.
¿Cuáles son los factores de riesgo y las condiciones asociadas con la rosácea infantil?
Un estado inflamatorio crónico de los párpados, así como la aparición repetida de chalaziones, pueden favorecer el desarrollo de una blefaroqueratoconjuntivitis. La presencia de una afectación de la córnea debe tomarse en serio y tratarse concienzudamente, con el fin de evitar secuelas a largo plazo, como el desarrollo de una ambliopía (ojo vago) por pérdida de transparencia de la córnea o un astigmatismo. Algunas enfermedades dermatológicas pueden favorecer la blefaritis y deben estudiarse sistemáticamente en las formas crónicas de inflamación de los párpados.
¿Qué medios se utilizan para tratar la rosácea ocular del niño?
Para evitar el desarrollo de una inflamación del ojo, el cuidado de los párpados diario y regular a largo plazo es esencial. Consisten en aplicar compresas calientes sobre el borde de los párpados masajeando la glándula palpebral o los quistes inflamados y vaciándolos de sus secreciones.
En caso de inflamación ocular, puede estar indicado un tratamiento con un antibiótico local (gotas o pomada oftálmica) o por vía oral.
En caso de afectación leve de la córnea, se recomienda utilizar colirios (gotas para los ojos) lubricantes. Si la córnea se ve gravemente afectada, se prescribirán colirios antibióticos y antiinflamatorios a base de cortisona o de inmunomoduladores.
Diagnosticar esta enfermedad y tratarla precozmente evita el desarrollo de una afectación de la córnea que pueda llevar a la pérdida de su transparencia, potencialmente irreversible. Por lo tanto, es esencial realizar un seguimiento regular de la evolución clínica y, al mismo tiempo, garantizar el desarrollo visual adecuado de un niño con rosácea ocular. El seguimiento también debe permitir, en caso de necesidad, proporcionar una corrección óptica adecuada (gafas) y reeducar una posible ambliopía (ojo vago).
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